Testimonios de los colaboradores, “la experiencia vivida”.

“OVICOM: el espacio recóndito del IIEPA”

Por: Frida V. Hernández Ojeda

Mi llegada al Instituto Internacional de Estudios Políticos Avanzados “Ignacio Manuel Altamirano” (IIEPA-IMA) (pregúntenle a los primeros egresados como batallaron con sus trámites por la extensión del nombre, hoy en día ya posicionado), fue primero al testificar su creación, desde la idea concebida por los  doctores: Rogelio Ortega Martínez, Secundino  González Marrero, y la Dra. Rosa Icela Ojeda Rivera, de hacer Ciencia Política en Guerrero, lo cual es hoy una realidad gracias al compromiso de dichas personas. A la Dra. Rosa Icela Ojeda le tocó en suerte convencer a los vecinos de la colonia, que lejos de ser un perjuicio, la creación del IIEPA-IMA  sería benéfica para la colonia. Ella logró el apoyo de la poeta América del Río, entonces  presidenta de  los colonos del Fraccionamiento Hornos Insurgentes, convencer a otros no fue nada fácil.

Los  Dres. Rogelio, Secundino, mejor conocido como el “tío Secu” por su accesibilidad y solidaridad académica, junto a la Dra. Rosa Icela idearon el plan de estudios tomando como referencia los de las universidades mejor posicionadas en Ciencia Política pero sin dejar de mirar el contexto específico de la entidad, por lo que decidieron incluir en la matrícula materias encaminadas a conocer la situacione sui géneris de la política en México y la entidad. Dada la historia del estado, se incluyeron algunas materias como resolución pacífica de conflictos, derechos humanos, cultura de paz y género, esta última pionera en las matrículas de la Universidad, pues incluso en otras universidades como la UNAM no figuraba en el tronco común.

Posteriormente, ingresé al IIEPA-IMA como estudiante de la Maestría, primero como oyente y posteriormente inscrita. Ante el cuestionamiento del “tío Secu” en el primer día de clases sobre el porqué de mi cambio de área de estudios (anteriormente cursé la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Loyola y un Diplomado de Epistemología Feminista en  EL CEIHH de la UNAM), le respondí que me había cansado de fumar la ciencia política de segunda. Sin duda dicha satisfacción hizo que me entusiasmara la idea de incorporarme al cuerpo docente del IIEPA-IMA pues aparte de formar parte de un equipo de trabajo altamente posicionado ya en el estado, era un espacio de trabajo donde se cultivan valores esenciales como la dignidad humana, la conciencia y el pensamiento crítico.

Fue así como al incorporarme como maestra de licenciatura en la materia de Género, me fue imposible ignorar ese espacio recóndito del IIEPA, el Observatorio de Violencia Contra las Mujeres “Hannah Arendt” materializado gracias a un convenio que la Dra. Rosa Icela, siendo directora del IIEPA-IMA firmó en 2005 con la entonces titular de la Secretaría de la Mujer del estado, Mtra. Rosa María Gómez Saavedra, obteniendo como beneficio becas para las y los estudiantes de Licenciatura que realizaban ahí su servicio social. Durante mi etapa en que atestigüé la fundación del IIEPA, me tocó conocer a las primeras colaboradoras del mismo, dirigidas por la Dra. Rosa Icela Ojeda Rivera. En específico la labor que realizaron para LIX Legislatura de la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión: el informe de Violencia Feminicida en Guerrero coordinado por la Dra. Marcela Lagarde y de los Ríos, en ese entonces  presidenta de la Comisión Especial Para Conocer Y Dar Seguimiento A Las Investigaciones Y Acciones Relacionadas Con Los Feminicidios En La República Mexicana, Y A La Procuración De Justicia Vinculada. Después de dicha investigación el Observatorio no contó nuevamente con algún tipo de apoyo económico que le permitiera un apoyo regular a las y los estudiantes que desearan continuar con dicha tarea, por lo que sus operaciones fueron sumamente limitadas.

Aunado a ello, la Dra. Rosa Icela Ojeda tuvo que alejarse de la vida académica por un periodo de “política exprés” en el estado de Guerrero, luego de una serie de eventos lamentables que derivaron en el gobierno interino del Dr. Rogelio Ortega, lo que hizo que el OVICOM cerrará sus puertas, pues si bien la Dra. Rosa Icela rechazó el cargo de presidenta del Patronato del Sistema Estatal del DIF, congruente con su feminismo, tomó la decisión de apoyar al Dr. Rogelio en una de las labores más difíciles y de nulo reconocimiento por su carácter no público: el trato directo y atención a algunas víctimas de la escena trágica del 26 de septiembre de 2014.

Durante dicho periodo, ese espacio cerrado en un extremo del IIEPA-IMA se llenó de misticismo, pues las nuevas generaciones de estudiantes no sabían exactamente que había detrás de esas puertas, el que había sido alguna vez uno de los más prolíferos espacios de investigación en el instituto era conocido de manera superficial como la antigua oficina de la fundadora del Instituto. El recuerdo de la antigua actividad del OVICOM, el renombre de la investigación realizada ahí, así como la importancia de seguir visibilizando la violencia Feminicida en el Estado que parecía no acabar,  me hacían sentir compromiso y nostalgia que me llevaron a plantear el poder reabrirlo en algún momento. Motivada por ello, me di a la tarea de conseguir la mayor cantidad de periódicos a partir de mediados del 2014, consiguiendo del Sur, el Novedades, El sol de Acapulco, Diario 17  y La Jornada Guerrero, más de 2190 periódicos que inundaron las instalaciones abandonadas del OVICOM, posteriormente hablé con la Dra. Rosa Icela para plantearle la posibilidad de reabrirlo una vez que hubiese culminado sus tareas de apoyo a la gubernatura del Dr. Rogelio Ortega, ella me planteó que para reabrir era necesario un equipo de trabajo de por lo menos dos investigadores para poder realizar dicha labor, fue así que hablando con el Director del IIEPA-IMA el Dr. Raúl Fernández Gómez y el Dr. Gabino Solano Ramírez encargado del servicio social, autorizaron liberar los servicios sociales de los estudiantes de licenciatura que colaboraran en el OVICOM. El paso siguiente fue buscar entre mis estudiantes a las personas con el potencial de desarrollar habilidades de investigación y compromiso en un tema tan delicado como lo era los feminicidios en la entidad. Debo confesar que la tarea resultó más fácil de lo que imaginé, pues en un principio sabía que de los salones próximos a realizar servicio social, era en específico uno el que concentraba a los estudiantes con mejores aptitudes, como si hubieran sido cuidadosamente seleccionados, el 301 a quienes les impartiría Historia Política de México I, Historia Política de México II Y Género. Prácticamente todos los estudiantes de dicho grupo mostraron sensibilidad y aptitudes, pero al ser sólo dos lugares los que la Dra. Rosa Icela Ojeda había pedido como colaboradores, me era imposible seleccionar entre todos solamente a dos, por lo que decidí confiar en el criterio de la estudiante que parecía más interesada no sólo en el tema, si no en colaborar con la Dra. Rosa Icela, la estudiante Linayme Reyes Ávila, a quien le adelanté que existiría un proceso estricto de selección para colaborar en el OVICOM pero sólo había disponible dos lugares.

Posteriormente,  ya una vez incorporada la Dra. Rosa Icela Ojeda Rivera de como coordinadora del OVICOM, me informaron gratamente que no sólo había seleccionado a dos estudiantes, sino que absolutamente todos los que habían asistido a la entrevista se habían quedado como el nuevo equipo de trabajo del OVICOM: Adán Mariano Salmerón, Anahí Terán Salazar, Liliana Galeana Hernández y Linayme Reyes Ávila. A partir de ese momento, el OVICOM volvió a tener actividad, la gente por los pasillos del IIEPA ya no murmuraba acerca de ese espacio clausurado, y lo reconocían de nuevo como lo que en algún momento llegó a hacer, pero más allá de la visión externa del OVICOM, quienes colaboramos en el, algunas con la recopilación de información periodística, otras redactando documentos, planificando talleres, conferencias, congresos, conversatorios, organizando marchas e incluso la agrupación de Mujeres Jóvenes

Feministas de Guerrero, sabemos que no sólo es un espacio de labor académica, sino también de reforzamiento de vinculación feminista, convicciones, valores y crecimiento humano, ejemplo de ello, es el taller de Primeros Auxilios  Psicológicos que nos impartió Médicos sin Fronteras y que hasta la fecha sigo aplicando en mi vida cotidiana, o las sesiones de meditación para conciliar el sueño  de quienes se dedicaron a llenar las fichas periodísticas, por citar sólo dos.

El OVICOM fue también para la mayoría del equipo esa habitación propia  indispensable para desarrollar no sólo el intelecto, sino también el amor por nuestra comunidad, sensibilidad, conciencia, autonomía, autodeterminación, solidaridad, sororidad, pero sobre todo un espacio privilegiado motivado por el compromiso social y el cariño mutuo.

 

“OVICOM  desde el pensamiento”

Por: Linayme Paulette Reyes Ávila

Fue un día jueves por la mañana cuando me reuní con mi maestra de  Historia política de México I y II, Frida Verenice; en esa cita en la cual entregaría un artículo que me solicitaron hacer sobre el “1er congreso feminista 1916-2016” celebrado en Mérida Yucatán, salió la invitación para colaborar en  el observatorio de violencia contra las mujeres “Hannah Arendt”. Yo no sabía que era un observatorio y que clase de trabajo se realizaba en él. La maestra me platicó a grandes rasgos que el observatorio ya llevaba varios años en el IIEPA, escuela donde estudio y ella da clases. Ahí diferentes alumnos y alumnas de otras generaciones más avanzadas a la mía acudieron a hacer su servicio social.

El observatorio se había mantenido cerrado por algún tiempo por remodelaciones y la investigación desde entonces se había mantenido detenida. Fue cuando me platicó que la coordinadora del OVICOM estaba buscando un nuevo equipo de trabajo que quisiera hacer su servicio social en él. La verdad, acepté aquella invitación sin siquiera imaginar que eso  podría cambiar mi vida significativamente.

La maestra Frida fue la primera persona que me habló sobre el observatorio,  a grandes rasgos me explicó de qué se trataba y lo que implicaba colaborar aquí. Primero supuse sería un trabajo fácil, la idea de las actividades dentro del observatorio no sonaban tan macabras y el horario me pareció muy flexible; yo creía que lo único que ganaba era la liberación de un servicio social que me serviría de mucho para la universidad.

La maestra Frida también me pidió que le sugiriera a compañeros y compañeras de la misma universidad que estuvieran interesadas o interesados en colaborar en el observatorio mediante un servicio social; en ese momento vino a la mente el nombre de dos compañeras: Liliana y Alejandra, ambas de mi  salón de clases, las cuales sugerí para que  estuvieran conmigo en el mismo lugar donde haría mi servicio social. Después recordé a Adán, quien ya habían invitado por otra parte y se había mantenido muy interesado.

-Sí les interesa la propuesta deben reunirse con la Dra. Rosa Icela para una entrevista, ella te platicará mejor que yo de que se trata el trabajo de servicio social en el Observatorio- dijo la maestra Frida.

Por  todas esas motivaciones  acepté ir a la reunión con la coordinadora del observatorio la Dra. Rosa Ícela Ojeda Rivera, quien dialogaría conmigo y con Adán, Liliana y Alejandra, para conocernos y ponernos de acuerdo en que esperamos del trabajo que en ese entonces  pensábamos iniciar con ella y cómo es que funciona el manejo de un observatorio.

Después de esa primera charla con mi maestra,  me fui a casa pensando en que me entrevistaría con la doctora Rosa Ícela; de la cual había escuchado mitos en mi universidad sobre su carácter;  enseguida me la imaginé como una mujer imponente, de carácter fuerte, regañona, exigente; además progenitora de mi maestra en la universidad y fundadora del instituto donde estudio;  es entonces cuando comencé a preocuparme.

Días después me comuniqué con mis amigas y amigo quienes  se presentarían a la cita para el día sábado 13 de febrero de 2016 y es así como llegamos cuatro gatitos, de personalidades muy distintas a tocar la puerta del observatorio ese día.

Si bien a  la doctora ya la había visto en los pasillos de mi escuela y en muchas de las conferencias que promueve el instituto de ciencia política,  la conocía académicamente, ¡claro que sí!,  pues es una mujer de amplia trayectoria y reconocida por desenvolverse en diferentes temas, destacando el de género. Q

Quién más que ella para estar al frente  de tremendo monstruo re-ordenador de la información periodística sobre violencia hacia las mujeres, como lo es el OVICOM.

Ese día sábado, entré por primera vez al observatorio y estaba todo desordenado, había muchas cajas de libros llenas de polvo y montañas  de periódicos de los cuales figuraban “El Sol de Acapulco”, “Novedades”, “El sur” inclusive el “Reforma” y muchos más,  todos ellos  de los años 2014 y 2015,  sabíamos que el lugar había tenido remodelaciones y  había permanecido sin habitarse por unos meses;  también había cuatro botellas de agua sobre el escritorio  de la doctora, dulces y  estaban colocadas cuatro sillas. Puesto que ella ya nos esperaba para conocernos.

Una vez que estuvimos en el Observatorio seguía sin quedarme claro cuáles serían mis tareas asignadas, de pronto fui la primera en romper el silencio y comencé a hacerle preguntas sobre de que trataría nuestro trabajo en el observatorio; la doctora Rosa Ícela nos platicó de los inicios de OVICOM, y explicó el trabajo que se realiza sobre los productos (estadísticos)  que OVICOM genera, por medio de las fichas de feminicidios dolosos que se elaboran en el observatorio todos los días mediante la información periodística; mientras más se ahondaba en el tema, más me emocionada y curiosa estaba, y, por ende teníamos más dudas sobre lo que haríamos. Ese día estuvimos alrededor de cuarenta minutos platicando, preguntamos sobre el horario, sobre nuestras tareas asignadas y otras cosas más.

-Me parece que cinco horas diarias de servicio y llenar fichas en primera instancia sobre mujeres asesinadas  que encuentre en los periódicos no me resultaría algo tan difícil de hacer;  enviaré mi carta de colaboración mañana e inicio el lunes- pensé.

Así fue como inicié ésta presente etapa perteneciendo a la tercera y nueva generación de equipo OVICOM. Todo lo que había imaginado previo al trabajo que realizo aquí fueron pensamientos inconscientes, inocentes e inimaginables, porque jamás sucedió así:

1.No era un trabajo fácil de hacerse

2. No fue solo ese horario, pues la investigación lleva mucho más tiempo

3. La liberación de mi servicio social que me otorga la UAGro una vez culminando todo el trabajo no fue ni de cerca mi única recompensa; por último, no tomé en cuenta las alteraciones que el observatorio le haría a mi persona.

Ahora estoy realmente convencida de que el estar aquí me ha cambiado la vida, mi personalidad e  inclusive la manera de percibir la violencia.

Quisiera que la persona que esté leyendo esto se dé cuenta que OVICOM no nada más representa para mí ni el lugar, ni la forma de liberar el servicio social, o el trabajo cualitativo y cuantitativo de la investigación; va mucho más allá,  OVICOM es el equipo con sus diferentes pensamientos, personas con fortaleza e inteligencia, los momentos de felicidad en la hora de  comida, de angustia cuando sentimos preocupación por alguna de nosotras, de tristeza por problemas personales que llegamos a compartir con alguien del equipo, la casa en la que puedo llegar, mi lugar preferido para trabajar, el lugar en el que he dormido esforzándome para sacar mi investigación adelante.

OVICOM es el lugar en el que llegas y está una coordinadora esperándote para recibirte con un abrazo y un beso motivándote siempre en tus actividades, el lugar en el que el trabajo nunca, pero nunca acaba y siempre estás dispuesta a hacerlo con mucho gusto, un espacio que me hace crecer como ser humana, el lugar en el que me he puesto indignada y llena de rabia al encontrar un feminicidio en el periódico sumamente violento que hace que te  llenes de impotencia al darte cuenta que mes con mes se aumenta la cifra de asesinatos de mujeres en el estado.

OVICOM es más que un lugar con cuatro paredes, son los ojos que observan día a día lamentablemente un sin número de mujeres asesinadas con violencia.

Y sí,  como les decía estaba equivocada y me fascina haberlo estado, no solo con las cinco  horas de trabajo que crédulamente  yo había redactado en mi oficio de colaboración que recibió la doctora previo a nuestra entrevista, las cuales han rebasado en algunas veces las veinte horas, ¿pueden creerlo?  y lo mejor del caso es que me alegra que suceda;  Yo cambie radicalmente mi vida “normal”, dejando atrás mis clases de baile, mis salidas con mis amigos y amigas, mi grupo altruista, mi relación sentimental  y sobre todo esos momentos en casa conviviendo con mi familia, entre otras cosas. Sin embargo todo sacrificio tiene su recompensa, y la mía ha sido  el aprendizaje que he obtenido más que de mi asesora de una gran y valiosa mujer,  que con su experiencia, temple y tenacidad ha sabido guiarnos en tan importante y difícil proyecto que no cualquiera se atrevería a realizar; pero que ahora puedo decir que me ha llenado de muchísimas experiencias y satisfacciones.

Confieso que también otra de mis equivocaciones  favoritas fue suponer que el hecho de llenar fichas de mujeres asesinadas era algo que lo podría hacer cualquier persona y simplemente no es así, es una tarea a la cual debes de

ponerle suma atención  y me alegra que después de diferentes observaciones que me ha hecho la doctora Rosa y con la practica he logrado realizar un buen trabajo.

De las primeras actividades que hicimos en el observatorio fue una capacitación con la doctora de cómo llenar fichas de feminicidios dolosos, en ese momento sentí muchos nervios temor a equivocarme puesto que no estaba rellenando los datos de cualquier cosa, se trataba de tomarle todas las características de la nota periodística sobre el caso de una mujer asesinada con violencia extrema, la Dra. Rosa nos hizo tomar conciencia de que un dato mal escrito podría desprestigiar el trabajo del observatorio sobre todo que nadie podía jugar ni mentir sobre algo tan delicado como la muerte de cualquier mujer;  es por ello que las personas que trabajamos aquí no solo nos formamos como buenas y buenos investigadores sino como personas  honestas, con valores y capaces de ponderar ante todo la veracidad de un trabajo de investigación.

La magnitud de este trabajo es inimaginable cuando alcanza terrenos más personales que laborales o académicos, por ejemplo: Los primeros meses de servicio social en el OVICOM las miembras y el miembro de equipo comenzamos a tener sueños muy feos y traumáticos, en muchas ocasiones me soñé asesinada de la misma forma en la que le había sucedió a una de las

víctimas de la cual elaboraba su ficha, es como si hubieran insertado un chip en todas nosotras, pues lo raro aquí hubiera sido no soñar nada de esta índole. También comenzamos a  percibir cualquier tipo de violencia fácilmente  tanto en  la escuela, las calles, en nuestros hogares y en los alrededores de toda nuestra comunidad; al parecer todas esas características de cualquier persona que entraba a trabajar en el observatorio eran de manera normal,  así lo comenté con la Doctora  Marisol Alcocer quien fue una de las integrantes de la primera generación del equipo de OVICOM, ella contó que al igual que nosotras los primeros meses soñaba espantoso con cuestiones de muertes. No se imaginan lo traumático que podría llegar a ser esto.

Al igual que a la doctora Marisol, el resto de nosotras junto con ratón, teníamos otra peculiaridad los y las que trabajamos aquí, es la cuestión de siempre estar alerta y sensible a las irregularidades en cualquier circunstancia de seguridad. Estar en la calle para mí ya nunca más será igual, tomo diferentes medidas de  precaución y  estoy siempre alerta, me mantengo comunicada con mi familia y el equipo OVICOM, en general todo este fenómeno de comportamientos que para muchas personas les parecería anormal, se obtienen una vez estando dentro, conforme vas desarrollando tu trabajo de investigación y por ende adentrándote más en temas de violencia de género, cambié a ser una persona más consiente sobre las situaciones de peligro en mi ciudad, estado y país.

Colaborar en el OVICOM me volvió una mujer  más sensible en cuanto a los temas de feminicidios y en general de violencia. Me convirtió en crítica  de la información periodística entre muchas otras cosas. Estar aquí me ha convertido en una mujer más segura indiscutiblemente y con muchas más fortalezas; llenar fichas de mujeres asesinadas no es cuestión de investigación solo cuantitativa, también cambia tu vida de diferentes maneras y no conforme con ello tratas de hacer un cambio en tus círculos sociales  más cercanos. Sí,  ya sé,  cualquiera pensaría que este trabajo de investigación en el observatorio de violencia fue diseñado para que nadie quisiera hacerlo, por la responsabilidad, la magnitud del trabajo, las horas y los traumas que te podría dejar realizarlo;  pero a decir verdad es de los trabajos más llenadores de satisfacción que he hecho.

La tercera y la última de mis equivocaciones favoritas fue suponer que este trabajo solo me recompensaría con la liberación de mi servicio social, Y  he ganado muchísimo más que eso, he ganado el privilegio de haber conocido no solo a la Doctora Rosa Ícela, como la académica, colaboradora y luchadora feminista incansable, sino a la gran ser humana que es, la mentora perfecta,

inculcadora de valores, la persona que se muestra en el quipo tal y como es, la persona que celebra conmigo todas mis alegrías y triunfos, escucha de los problemas para siempre brindarte su apoyo, transparente, humilde , muy generosa;  es una mujer increíble, tenerla como coordinadora vale mucho la pena  y aprender todos los días de ella es algo extraordinario.

Por  otro lado conocer a la maestra Frida, Liliana, Alejandra y Adán, es algo extraordinario, son  el resto del equipo que se complementa perfecto con todo lo demás; sin duda las particularidades de cada una de estas personas hacen que pasen 4, 6 o 10 horas de trabajo volando, le dan sentido y color a la oficina, con sus risas, las charlas emocionantes, la sororidad y apoyo al momento de entregar cualquier producto, cada una de estas personas hacen el contraste perfecto para que todo fluya como debe de ser, el OVICOM en estos tiempos simplemente no sería lo mismo sin una de estas personas, de las cuales he aprendido mucho, y con las cuales comparto grandes afinidades, gustos y sueños; cada día pienso en la alegría que me da el estar y pertenecer al equipo del “Observatorio de Violencia Contra las Mujeres “Hannah Arendt” simplemente en otro equipo no sería tan afortunada como en este,  y que aparte de que me fascina lo que hago,  el trabajo de investigación en estos temas,  he descubierto que son mi pasión.

Estar aquí fue y será  en conclusión el descubrirme a mí misma y lo feminista que soy,  el compromiso que tengo no sólo con mi persona sino con el observatorio y el trabajo que realizo en él, mi aportación para crecer, la responsabilidad con todo el equipo para apoyarnos y respaldarnos mutuamente, el deber y respeto con cada una de las víctimas de violencia que encontramos en los medios de comunicación todos los días; todo esto y más  me hace firme en  mi propósito por fomentar el conocimiento social de esta realidad que muchas veces se niega,  me hace  firme en la intervención a favor de la prevención y erradicación de violencia de género, apoyar en el trabajo de investigación para difundir a toda la opinión pública, los datos, estudios y actuaciones obtenidas contra la violencia ejercida sobre las mujeres en Guerrero.

El destino y mi subconsciente al decir sí a este equipo de colaboradores del observatorio, me hacen darme cuenta que pertenecer a cualquier equipo de trabajo implica responsabilidad, compromiso, constancia e interés de hacer las cosas; pero pertenecer a OVICOM,  aparte de todo lo anterior  implica la sororidad con las compañeras que lo integren, la confianza de decirnos las cosas, implica mantener un equipo preparado para las dificultades que puedan presentarse en nuestro camino, reconocernos el trabajo y valorarnos como personas, implica un cambio en tu vida y personalidad, el mío si gustan saberlo,  fue el aprender a

trabajar con personas que pueden tener distintos caracteres,  personalidades y habilidades diferentes,  pero que son capaces de dar lo mejor de sí mismas, con las cuales comparto un mismo objetivo  e ideología feminista, con una misma necesidad: dar a conocer los datos del observatorio, resultado de nuestro trabajo. Todo esto mantiene al equipo dirigido en una sola dirección a la misma velocidad, trabajando unidos para generar cambios, tratando de dar siempre el 110%,   logrando que la jornada sea tan eficiente como sea posible.

Soy afortunada de formar parte del OVICOM por qué, a través de él no sólo conozco de la problemática, sino también contribuyo para formar parte de la solución.  No sólo pertenezco al equipo sino a la gran familia oviconiana.

Y… doy gracias por ello.

 

OVICOM: mi segundo hogar”

Por: Alejandra Anahí Terán Salazar

Mi primer día en el Observatorio de Violencia Contra Las Mujeres “Hannah Arendt”, tengo que confesar me sentía extremadamente nerviosa, pues no estaba segura si me encontraba preparada para un  trabajo tan importante. Sin embargo tenía claro que realizar mi servicio social ahí sería una gran oportunidad, que aprendería mucho, que laborar junto a la Dra. Rosa Icela sería una experiencia maravillosa, que debía aprovecharla al máximo y que el trabajo que realizaría sería satisfactorio.

Las primeras semanas, cuando empezamos a trabajar con las notas periodísticas y empecé a leer los distintos casos, me dio miedo e indignación darme cuenta de   la grave situación que se vive en el estado de Guerrero, fue sin duda un proceso demasiado fuerte para mí, y no es porque no entendiera que la violencia es un grave problema que se vive día a día, pero trabajar y leer a detalle los distintos hechos, fue una experiencia  más complicada de lo que imaginé, pues muchos de los casos ocurrieron en lugares que frecuento, cerca de mi casa, las mujeres asesinadas que son de mi edad, o de la edad de mis hermanas pequeñas. Este miedo e indignación empezaron  a manifestarse en pesadillas en donde yo me convertía en la victima.

Sin embargo, con el pasar de las semanas, el miedo se convirtió en indignación y coraje, pues cotidianamente escuchaba a personas justificar los hechos violentos y no lograba entender cómo es que la sociedad poco a poco naturalizaba la violencia.

Esta experiencia me sensibilizo mucho, y a partir de que empecé a laborar con estos temas he intentado que los hombres y mujeres cercanas a mí también entiendan que ningún motivo o pretexto es suficiente para utilizar la violencia, que no es natural esta situación, y que no hay que revictimizar o culpar a las mujeres asesinadas de los hechos.

Intento de igual manera ayudar a que más personas entiendan la diferencia entre un homicidio y un feminicidio, y aunque muchas veces se convierte en un debate y sobre todo en las reuniones familiares, con mi trabajo y la experiencia de trabajar en OVICOM  he reforzado mis ideas y están más firmes que antes, he aprendido a ser sororaria e intento aplicar los conocimientos que he obtenido en mi vida diaria, así como replicarlo con mis hermanas, mis amigas, mis amigos y familiares.

Uno de los temas que me resultó más impactante, fue cuando contabilizamos a las víctimas en la que la causa fue la “celotipia” pues me pareció indignante que sucedan este tipo de crímenes, en donde el victimario se cree con el derecho de acabar con la vida de una mujer porque se cree su dueño y que tiene derecho sobre ella.

Otra experiencia que me marcó mucho fue cuando sucedió el caso de Liliana Merino, una chica de 22 años que fue torturada y asesinada por Dylan un chico de 19 años. Este caso fue manejado por la prensa como un “asesinato pasional” y muchas personas salieron en defensa Dylan y se dejó a un lado a Liliana, por lo que el equipo OVICOM decidió ir al lugar a dejarle una ofrenda y pintar una cruz. Nunca pensé que el ir hasta ese sitio fuera tan escalofriante, pues al ir al lugar, a pesar de que ya habían pasado algunos días, se sentía una vibra muy pesada y nuestra presencia provocó que las personas que pasaban por ahí nos lanzaran miradas extrañas (algunas de enojo, otras de miedo y otras de confusión).

En mi familia también hubo muchas y distintas reacciones con esto, pues en primer lugar, no coinciden totalmente en lo que yo creo, opino y conozco acerca del tema, y otro dato es que debido a que soy la mayor de cuatro hermanas quienes estaban acostumbradas a que estuviera con ellas siempre, se sintieron un poco desplazadas, también hubo preocupación porque creyeron que podría correr algún riesgo al trabajar estos asuntos, pero poco a poco van entendiendo que esto es una labor y me han apoyado y tratado de comprender en esta que es mi decisión.

De las cosas más importantes que me ha dejado el OVICOM es la oportunidad de trabajar con un excelente equipo, que está conformado por personas inteligentes, sensibles y que entienden la situación y sobretodo que compartimos los mismos ideales.

He aprendido mucho de cada una de ellas, cada quien aporta lo mejor de sí y con esto logramos complementarnos en el trabajo.

Somos muy diferentes, pero hemos aprendido a aceptarnos tal como somos. Hemos formado a lo largo de estos meses unos lazos fuertes, y las experiencias vividas son únicas e inigualables, tristes, divertidas y conmovedoras.

Poco a poco  nos fuimos convirtiendo en más que un equipo, nos volvimos familia, una familia feminista, llena de amor, libre y loca. ¿Cómo no lograríamos tanta unidad si tenemos como jefa a un gran ejemplo de mujer?

Nada de esto hubiese sido posible si la doctora Rosa Icela no me hubiese brindado la oportunidad de colaborar con ella, y aunque al principio me daban muchos nervios el platicar con ella, poco a poco fui conociendo no solo a la

excelente académica, sino también a una excelente jefa y gran persona que nos ha brindado muchos conocimientos, no solo académicos, como lo intuí en un principio, también nos ha enseñado a ser profesionales, responsables, humildes y a mejorar como  personas.

Todo lo que la Dra. Rosa Icela me ha enseñado lo llevaré grabado eternamente. Por eso siempre estaré agradecida por esta oportunidad, pues ha sido de las mejores experiencias que he vivido en mi carrera universitaria, me siento orgullosa de pertenecer a su equipo y encontrar en ella a alguien más que una jefa,  a una humana excepcional.

A días de cumplir un año como equipo, no me quiero ir, me siento en casa y no a diario se consigue formar una verdadera unidad que ha logrado dar cuenta que lo que realizamos en el observatorio sea divertido, dinámico y placentero.

El camino es difícil y el trabajo es duro, pero los resultados que nos ha dado y nos darán lo valen, y segura estoy de que volvería a repetir esta experiencia muchas veces más.

 

 

“Experiencia en el observatorio de violencia contra las mujeres “Hannah Arendt”

Por: Adán Mariano Salmerón

Transcurría un día normal en el IIEPA-IMA cuando de pronto entre un eco de voces se escuchó la voz de mi compañera Nicole que dijo “chamacos les voy a dar una información: el Dr. Gabino me pidió que les dijera que quien quiera liberar su servicio social con la Dra. Rosa Icela están disponibles dos lugares en el OVICOM”, como todos estaban conversando en distintas cosas pocos tomaron en cuenta la información, en ese momento una compañera y yo decidimos esperar al Dr. Gabino debido a que teníamos que pasar con él para que nos explicara de que se trataba, transcurrió un día y otro y por más que pasaban los días no coincidíamos con el Dr., mi compañera se cansó de esperar y claudicó, hasta que una tarde por fin pudo recibirme y explicarme de lo que se trataba, en ese momento el Dr. Gabino amablemente le mando un mensaje a la Dra. Rosa Icela en el cual me recomendaba apto para realizar las tareas que se estaban desarrollando en el Observatorio.

Pasó el tiempo y por fin tuve una respuesta la cual fue que nos entrevistaríamos con la Dra. Rosa Icela el sábado a las once de la mañana, ese día mis compañeras y yo nos encontrábamos muy nerviosos por lo que nos preguntaría. “Es muy mala” decían y grandes lagunas pasaban por nuestras mentes. Se acercaba la hora y a una de mis compañeras le avisaron que se cancelaba la cita hasta las cinco de la tarde, todas nos pusimos tristes y nos fuimos a la casa más cercana de una de mis compañeras, estando ahí nos pusimos a investigar acerca de términos básicos como feminicidio, feminismo entre otras cosas.

Llegó la hora de la entrevista, saludamos y nos sentamos, la Dra. Rosa nos empezó a explicar de lo que se trataba el trabajo, en pocas palabras implementó las reglas y nos dijo: “piénsenlo y me avisan”, nos proporcionó su correo para que le mandáramos la respuesta y nuestros inconvenientes.

Desde ese momento considero que inició una gran etapa en mi vida como estudiante y como persona.

La Dra. Rosa me asignó para analizar el periódico “EL SUR” y como primera tarea, tuve separar toda la prensa que había en el observatorio, recopilé todos los periódicos que había de El Sur del año 2015; mi segunda tarea fue separar por mes y por día la prensa, posteriormente empecé a recopilar información acerca de los feminicidios.

En un principio encontré muy pocas notas, pero conforme estudiaba meses posteriores al mes de enero el fenómeno aumentaba y las formas de violencia cada vez eran más crueles.

Mi experiencia en el observatorio, sin duda, ha marcado mi camino debido a que por un lado aprendí que la violencia feminicida  ya no la puedo ver como algo natural. El estar alerta ha sido otra de las cosas que me ha aportado el OVICOM, aunado a la responsabilidad, el agradecimiento y sobre todo la libertad de poder expresar libremente lo que pienso y lo que siento.

Finalmente se llegó el gran día de la reinauguración del observatorio de violencia contra las mujeres Hannah Arendt. Grandes personalidades se dieron citas el día 9 de junio del 2016 en el auditorio “Norberto Bobbio” del IIEPA-IMA, todas y todos corríamos de un lado a otro para que el evento saliera a la perfección.

Un acto protocolario dio comienzo al evento y finalmente el corte del listón en la parte de arriba a la entrada de las instalaciones del observatorio. En los pasillos no se podía dar un paso debido a la cantidad de gente que se dio cita ese día. Había personas muy asombradas por la espectacular remodelación que se hizo en el observatorio. Foto tras foto era la que tomaban tanto la gente como los medios de comunicación ahí presentes.

Finalmente no pudo faltar la foto de dos grandes generaciones, por un lado la que arrancó con el observatorio, y por otro la que lo reinauguró.

Noches de desvelo, sin poder dormir, de observaciones duras, etc. Ese fue el precio que pagué por estar aquí en el  observatorio, pero sobretodo una gran satisfacción por el reconocimiento a mi labor de investigación. Sin duda, una de las mejores experiencias que pude tener es conocer a una gran mujer que aún sorteando adversidades siempre tiene una gran sonrisa en el rostro, feliz,  libre como el mismo aire. Ella tiene mi mayor agradecimiento. Usted Dra. Rosa Icela Ojeda Rivera, por confiar plenamente en mí.

Con mucho orgullo siempre seré el ratón del Observatorio.

 

 

“Relatos de una joven feminista en el OVICOM”

Por: Liliana Galeana Hernández.

Érase una vez, en la que no sabía que rumbo tomaría mi vida, que llegué al OVICOM en un día muy especial de sábado. Rondábamos desde muy temprano en el Instituto Internacional de Estudios Políticos Avanzados “Ignacio Manuel Altamirano” (IIEPA-IMA-UAGro) a la espera de la entrevista. Se incrementó la tensión porque la cita se había retrasado debido a que la doctora Rosa Icela había tenido algunos contratiempos y nos podía atender hasta dentro de unas horas después de lo acordado, así que para hacer tiempo Adán Mariano y Linayme Reyes nos fuimos a casa de Anahí Terán. Entre risas e incertidumbre almorzamos con la expectativa de ya querer cruzar palabras con la doctora. Se terminaba la espera para saber si nos aceptaban o no para realizar el servicio social en el Observatorio de Violencia Contra las Mujeres “Hannah Arendt”.

Cuando entré al observatorio observé minuciosamente cajas y muchos libros, al fondo se encontraba el escritorio de la doctora, si, la fundadora y primera directora del IIEPA, la académica y feminista guerrerense, ella.

La doctora nos recibió con dulces, agua y refresco, yo fui la primera en tomar un dulce para aliviar los nervios y agarrar confianza en la plática/entrevista.

Expresé las razones para querer ser parte de OVICOM y hacer mi servicio social ahí. Mis aspiraciones eran y siguen siendo el aprender más y más, como cuando uno se enseña a caminar y no quiere dejar de hacerlo, pues eso me pasa.

Era el segundo mes de un año muy prometedor (y no me equivoqué) y en el cual ya tenía varios proyectos pero ninguno en la investigación y mucho menos a lado de una gran académica, y vaya que estaba por asumir un gran paquete.

Iniciamos los trabajos y se tuvo que escombrar e ir despejando el área en el observatorio, ir poco a poco sacudiendo no sólo el polvo, sino también una infinidad de recuerdos, de memorias, de fotografías, de primeros y pequeños pasos que han hecho del OVICOM una gran e indestructible fortaleza.

En mi primer día terminé muy cansada de levantar cajas y pensé que sería lo más pesado que haría pero no, el trabajo intelectual y sobretodo el que se realiza en el observatorio pesa no solamente como estudiante, sino como mujer, hija, hermana, nieta, prima, sobrina y amiga.

En casa, con mis papás, a veces no es tan fácil que comprendan todo lo que me encanta realizar, que tengo deberes fuera de clases como el activismo, la militancia en mi partido, vida social y ahora daba inicio a la etapa de mi servicio social como colaboradora en el observatorio. Ellos tratan de asimilar que ya me conduzco muy aparte, que estoy en la construcción de mi propia autonomía. Y mamá: este es mi bebé, un gran informe. Aquí está plasmado mi trabajo intenso, mi empeño y sacrificios.

Siempre me ha gustado ser una persona con muchas actividades y ya estaba acostumbrada a llegar algo tarde a mi casa porque surgían eventos o compromisos tanto sociales como de partido.

Con el pasar de los días iba conociendo a Rosa Icela Ojeda Rivera, y como con todo su ser, con sus excelentes valores morales y sus acciones me inspiraban a ser mejor persona.

Decidí ahí mi servicio social para conocer conceptos, para tener mi biblioteca prestada, pero sobre todo para defender mi ideología y sustentar con sólidos y fundamentados argumentos.

Seguiré constante en pie de lucha y no bajaré la guardia. Quiero que se respeten los derechos fundamentales de todas las personas. Que se combata la discriminación, el machismo, la misoginia, porque ¡nos están matando!

Así, conforme transcurrían las semanas, la doctora Rosa Icela se volvía una gran confidente. Aprendí a leer de forma correcta un periódico y a realizar fichas, a contabilizar los asesinatos dolosos de mujeres, niñas y casi recién nacidas. A chicas de mi edad, de mi colonia y de mi entidad. A estudiantes, profesionistas, amas de casa, empleadas domésticas, comerciantes, embarazadas, viudas, casadas, divorciadas y solteras.  Asesinadas fueron tratadas como objetos, como intercambios y no como lo que realmente son: personas.

Yo pensaba y soñaba con el hecho de que algún día podría ser mi nombre el que apareciera ahí, en una ficha. Imaginaba a mi mamá, mi abuelita y a toda mi familia tan devastada y llena de impotencia al verme en las notas con imágenes y fotografía no agradables de mi cuerpo desnudo y convertido en pequeños pedazos tirados en la calle; con palabras en los titulares de los periódicos donde sólo me denigraran como mujer. Con muchas cuestiones a lo que me dedicaba, a mi vestimenta, a mi rebeldía. También me preguntaba si mi mejor amiga vendría a mi funeral y me imaginaba cómo seguirían con su vida todas las personas que quise y me quisieron ahora que me habían asesinado. Y si en ese momento algunos conocidos, amigos y amigas se sensibilizarían con esta lucha. Si se organizaría algo exigiendo justicia, si las instituciones correspondientes y el gobierno tomarían cartas en el asunto. Porque lo que si era un hecho era que por culpa del machismo sería una muerta más.

Otros días me daba vueltas la cabeza sobre la edad tan vulnerable de mi hermana y si algo le pasara de camino a la preparatoria o en una salida al cine con sus amigas y amigos. Empecé a sentarme al final del transporte público en mi trayecto escuela-casa para tener a la vista las personas que iban y se subían en él. Sabía que no debía actuar con debilidad o timidez sino todo lo contrario. Pero no se necesita ser valiente a toda hora, sino sentirme segura y aún no lo estoy.

Ahora leo las notas y me lleno de ira, lloro y me indigno de la forma tan cruel en que las mujeres son maltratadas y asesinadas. Es una responsabilidad enorme trabajar y luchar por ellas. Hoy, que estoy viva, tengo la tarea de visibilizar la violencia de género a la que estamos expuestas todas las personas, todos los días.

Hoy, puedo decir que tengo más dudas que antes y eso es bueno, pero también reafirmo que estoy muy agradecida de ser feminista, de haber salido de una jaula impuesta por la sociedad. Me encuentro muy feliz con este equipo que se ha logrado compaginar de una forma extraordinaria. Hicimos desde el inicio un click espléndido. Se logró trabajar en armonía. Nos convertimos en una fraternidad. Estoy sorprendida porque jamás me imaginé que ellas y él serían ya parte de mí.

¡Gracias, Dra. Rosa Icela, Mtra. Frida, Adán, Anahí y Linayme!

Aprendí a ser más responsable y a tomar las cosas con seriedad, buena actitud y gran coraje cuando es debido. Soy más realista, objetiva, positiva y menos ingenua.

No quiero pensar en un final y me da nostalgia hacer este relato porque es como si me despidiera de algo que no quiero dejar. Ya pertenezco aquí. Estoy en este informe. Una parte mía lo erigió, se desveló, se sacrificó, lloró, se frustró, se horrorizó, pero también sacó de mi interior una fuerza inexplicable para continuarlo y terminarlo.  A pesar de los sueños tan feos que tenía, de tener a primera mano una escena del crimen y de nacer y vivir en un estado extremadamente machista. A pesar de controlar el miedo y seguir adelante organizando marchas, protestando por y para nuestra seguridad, exigiendo a las autoridades una respuesta con ocho letras: justicia.

En cada una de nuestras arduas jornadas de trabajo vivimos historias y aventuras en mítines, recorridos, congresos, talleres, conferencias, comidas en nuestras más de cuatro paredes en las que trabajamos y nos unieron. Ahora proyectamos a futuro y visualizamos más grandes e increíbles ideas, proyectos, encuentros y viajes. No imaginé que ese espacio cerrado que veía junto a la biblioteca sería ahora también mío, y que al llegar como equipo circulara una energía especial que le brindó color y más vida.

En una tarde, antes de ser parte de OVICOM, escuché decir a una egresada del IIEPA: “la doctora está de regreso porque ya sacó sus plantitas” y sonreí. ¿Quién diría que estaría aquí? ¿Quién diría lo mucho que cambiaría lo que haría de mi vida y lo bastante que significaría conocer a la doctora Rosa Icela? Ha sido un giro inesperado, que yo deseaba sin antes conocerlo.

Esta causa es la que me mueve, me transforma y me levanta a diario. La adopto con mucho orgullo y no la dejaré ir. Ya no hay tiempo para retroceder. Estoy más encaminada, como ninguna vez. Esto es lo mío: no callarme, defenderme, prepararme, refutar, aprender de la experta en género del estado de Guerrero y seguir creciendo como mujer libre e independiente, activista, dueña de su cuerpo y sus decisiones. Y es ese mismo empoderamiento que quiero que tengan todas las mujeres mexicanas y de todo el mundo. Que juntas derroquemos las construcciones sociales.

El Observatorio de Violencia Contra las Mujeres “Hannah Arendt”  ha dejado una huella con tinta permanente que hace que me encuentre muy gratificada con la vida por esta enorme oportunidad y si me hubieran advertido todo lo que involucraba y sería  el estar en el OVICOM juro por Shiva Shakti que lo volvería a hacer mil veces.

Soy revolucionaria por naturaleza, más humana por convicción y feminista de corazón.

Y así mi vida desde y con OVICOM.